Los supermercados son esa clase de establecimientos que los consumidores no pueden evitar ir, debido a que allí se venden productos de primera necesidad.
Esa cualidad quedó demostrada durante la última pandemia, en la que si bien el comercio a nivel mundial se vio obligado a cerrar sus puertas, en el caso de los supermercados ocurrió todo lo contrario: su funcionamiento fue vital para evitar el desabastecimiento de la población durante la emergencia sanitaria.
Aunque suelen ser un espacio de compra inevitable, y por ende, menos débil ante las variaciones del consumo, lo cierto es que los supermercados son los primeros en percatarse cómo cambian los hábitos de consumo de las personas, por lo que deben adaptarse de forma veloz para seguir llegando a ellos.
Por este motivo, es primordial que estos establecimientos estén a la vanguardia con las nuevas tecnologías para lograr anticiparse a los cambios en la demanda. En medio de esta vorágine, el Big Data puede ser la piedra angular con la que los supermercados podrán enfrentar el futuro.
En el contexto actual, la industria de alimentos está al borde de la crisis, debido a que los consumidores están más cautelosos a la hora de gastar, a raíz de la incertidumbre por el futuro que ha generado el COVID-19. En ese sentido, los supermercados han tenido que redoblar sus esfuerzos para mantener la lealtad de un shopper que privilegia el ahorro por sobre otras cualidades.
El precio, en consecuencia, se ha convertido en un valor determinante a la hora de concretar la compra y eso los supermercados lo saben a la perfección, por lo que se preocupan de ajustarse a las necesidades del cliente. Pero, el panorama es mucho más complejo que ofrecer un producto más barato que la competencia, y en ese sentido, el Big Data se ha convertido en un aliado para mantener la esquiva fidelidad del consumidor actual.
El poder de los datos para aumentar las ventas
Para lograr este objetivo, los supermercados recurren a grandes cantidades de datos para descifrar los hábitos de consumo de sus clientes, analizando una serie de variables, como tendencias sociales, días y horarios en los que se compra, qué clase de productos buscan en una determinada época, entre otros. Incluso, el estudio de las proyecciones meteorológicas es información válida para predecir la demanda.
Uno de los casos más citados respecto al último punto es lo ocurrido con Walmart y el huracán Katrina en Nueva Orleans, Estados Unidos, en donde la cadena logró entregar una respuesta más efectiva a sus clientes que las propias autoridades del Estado. Todo esto fue posible gracias al cruce de datos de sus propias bases con las de servicios meteorológicos, por lo que pudieron prever lo que iban a necesitar sus clientes.
El científico de datos de Walmart, Naveen Peddamail, comentó en Forbes sobre el impacto del Big Data en el éxito de la cadena: “si no puedes llegar a conclusiones hasta que analizas las transacciones una semana o un mes después, en todo ese tiempo estás perdiendo ventas. Pero si lo logras en 20 o 30 minutos… Ese es el auténtico valor de todo lo que hemos construido”.
La multinacional norteamericana se ha convertido en todo un referente del correcto uso de esta tecnología, pudiendo incluso influir en la toma de decisiones en cuestión de horas. Un ejemplo de ello es que toman como referencia los primeros datos de ventas que se producen en la Costa Este de Estados Unidos durante el Black Friday, para definir los pasos a seguir antes de la apertura de las tiendas de la Costa Oeste, ya que aprovechan la diferencia horaria a su favor.
Gracias al Big Data, los supermercados pueden conocer a los clientes en tiempo real, lo que les ayuda a tomar decisiones de stock, precios o promociones. Y además, los algoritmos pueden utilizarse como herramienta productiva para la gestión de stock, optimizando las existencias en góndola de acuerdo a la demanda.
Conociendo al shopper gracias al Big Data
Otra de las herramientas más utilizadas por los supermercados para obtener información sobre sus compradores y, en base a ello, realizar predicciones en la demanda, son los clubes de fidelidad: una persona puede registrarse con su información personal, entre ellos, el número de identificación, y optar a beneficios o descuentos cada vez que entrega ese dato para concretar una compra.
Con eso, el supermercado puede conocer qué compró, en qué momento del día, qué tipo de pago utiliza, cuáles son los imprescindibles en su cesta, cuáles son los sustitutos en caso de no encontrar la marca de su preferencia, y una serie de otros valiosos datos. Pero además, estos clubes de fidelidad también indican cuál es el precio que una persona está dispuesta a pagar para adquirir un producto.
Al manejar ese volumen de datos, no solo se puede conocer lo que hará esa persona en específico, sino que se puede extrapolar ese análisis a los demás consumidores que comparten características como edad o lugar de residencia. Otra de sus ventajas es que permite predecir la cesta del comprador, y por lo tanto, adaptar su oferta a las preferencias de los clientes.
Gracias a esta información, los supermercados pueden optimizar tiempo y dinero, aumentando las ventas por metro cuadrado, generando una mayor fidelización entre los shoppers y optimizando los procesos logísticos. Gracias al Big Data y su análisis, las empresas pueden pasar de un modelo intuitivo a uno basado en resultados empíricos que ayudan a una mejor toma de decisiones.