La compañía norteamericana implementó un laboratorio dentro de uno de sus supermercados, en donde pone a prueba la tecnología que mejorará la experiencia de consumidores y trabajadores en el futuro.
Tener al consumidor en el centro de la innovación es una de las máximas que hoy fundamentan el desarrollo del retail. Simplificar la vida de las personas, en un contexto donde el tiempo se ha convertido en el bien más escaso de todos, es una tarea ardua. Incluso más cuando las alternativas y canales se multiplican, haciendo más esquiva la fidelidad de los shoppers.
A pesar de que se ha temido por la sobrevivencia del retail físico frente al auge y la comodidad que ofrece el ecommerce, los grandes de la industria están invirtiendo fuertemente en tiendas que lleven la experiencia a un nuevo nivel. Uno de ellos es Walmart, compañía que no sólo ha decidido poner a sus clientes en el centro, sino que también a sus trabajadores, construyendo un ecosistema práctico y experimental al mismo tiempo.
Ubicado en Levittown, Nueva York, el Walmart Neighborhood Market es al mismo tiempo un Intelligent Retail Lab (IRL), un verdadero laboratorio en donde la empresa se dedica a explorar las infinitas opciones que ofrece la inteligencia artificial para una superficie de más de 15 mil metros cuadrados y 30 mil productos disponibles, todo en un ambiente compuesto por cámaras de IA, pantallas interactivas y un gran centro de datos.
Según Mike Hanrahan, CEO de IRL, “la tecnología nos permite entender mucho más, en tiempo real, acerca de nuestro negocio. Cuando combina toda la información que estamos reuniendo en IRL con los más de 50 años de experiencia de Walmart en la gestión de tiendas, puede crear experiencias realmente poderosas que mejoren la vida de nuestros clientes y asociados “.
¿Cómo funciona?
El principal foco de los desarrollos en el IRL está puesto en el stock y la disponibilidad de productos en el supermercado, teniendo como objetivo que los consumidores encuentren siempre lo que están buscando y en perfectas condiciones.
Para lograrlo, las cámaras y sensores con inteligencia artificial monitorean lo que está pasando a cada segundo dentro del local, detectando con precisión cuándo se debe reponer un determinado artículo y alertando a los encargados. De esta forma, los reponedores saben de forma instantánea cuándo deben reabastecer.
El sistema ideado por Walmart es capaz de identificar productos en la góndola, reconocerlos y diferenciarlos según características como el peso, por ejemplo, y comparar la cantidad de artículos disponibles con la demanda estimada. Hanrahan señala que este laboratorio no se pierde en aplicaciones o soluciones demasiado futuristas, sino que se centra en asuntos prácticos y realmente beneficiosos para consumidores y empleados, en este caso asegurar la disponibilidad de productos, un problema recurrente que deben enfrentar los proveedores del retail.
No hay secretos
El diseño de este Walmart Neighborhood Market no intenta esconder lo que realmente es. La intención es que las personas entiendan de qué forma la inteligencia artificial puede colaborar y beneficiar a los shoppers y trabajadores. Por esa razón, pueden ver el centro de datos a través de una ventana, acceder a pantallas con información sobre el IRL o jugar con una muralla interactiva que reacciona al movimiento de las personas, demostrando de forma simple cómo la IA puede reaccionar a la actividad humana.
“La tecnología ha sido desarrollada para mejorar los trabajos de los asociados, para hacer que sus labores sean más interesantes, para ayudarlos a aliviar algunas de las tareas mundanas. AI puede mejorar sus habilidades en un mundo que cambia muy rápidamente “, enfatiza Hanrahan.
De esta manera, la iniciativa se diferencia de otras al experimentar en un ambiente totalmente real, en un local con todas las características de un supermercado y con clientes que acuden recurrentemente. Según lo que explica Walmart, la IA está al servicio de los clientes, quienes podrán encontrar siempre lo que necesitan, pero también de los empleados, ya que pueden dedicar más tiempo a asuntos que todavía necesitan el toque de humanidad que las máquinas aún no pueden entregar.
