La preocupación por un estilo de vida saludable ha ayudado en la proliferación de una variedad de bebestibles como aguas saborizadas, jugos light, té frío embotellado, bebidas en base a kombucha, mate helado, entre otros, los que poco a poco se han ido ganando las preferencias de los consumidores.
Por ejemplo en Chile, el consumo de agua embotellada aumentó en un 111% en la última década, pasando de de 18 a 38 litros per cápita entre 2008 y 2018, mientras que las bebidas gaseosas azucaradas experimentaron un descenso de un 17% en el mismo período.
Asimismo, de acuerdo al último estudio global de la consultora Nielsen, Chile es el país líder en la región en el consumo de bebidas sin azúcar. De acuerdo al sondeo, del total de gaseosas vendidas en el país, un 25% corresponde a bebestibles zero o light; situándolo muy por sobre México (4%), Argentina (13%) y superando el promedio de América Latina (6%), acercándose más a niveles de países como Estados Unidos (26%).
Según la misma consultora Nielsen, mientras la industria de bebidas analcohólicas en Chile creció 1,3 veces durante estos últimos 10 años, los productos sin azúcar y las aguas embotelladas se duplicaron.
“El consumidor ha adquirido una alimentación más consciente y está más informado. En el pasado el consumidor decía ‘elijo lo que menos mal me hace’, y hoy dice ‘escojo lo que mejor me hace”. Hay un cambio de paradigma de elegir lo menos malo a elegir lo mejor”, sostiene Eduardo Ffrench-Davis, gerente general Aguas CCU Nestlé & gerente de marketing analcohólicos de CCU.
Esta baja se explicaría tanto por los cambios en los hábitos de los consumidores, como por la Ley de Etiquetado, que entró en vigencia el 2016, con nuevos requerimientos de información que se exigen a determinados productos de consumo masivo, incluyendo refrescos, jugos y aguas embotelladas.
Impuesto al consumo surtió efecto en Perú
Similar es la situación en Perú, que en mayo del 2018 modificó la tasa del Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) de las bebidas azucaradas, por lo que aquellos bebestibles que contengan 6 gramos o más de azúcar, edulcorantes o aromatizadores por cada 100 mililitros, aumentaban de 17% a un 25%, englobando a productos como agua mineral, agua gasificada, cerveza sin alcohol y bebidas no alcohólicas.
Los efectos de este impuesto se vieron reflejados en un sondeo realizado por la consultora Arellano, donde en los dos últimos años se ha elevado en un 5% la penetración de agua embotellada en el país; al elevarse su frecuencia de consumo, pasando de 4,15 a 4,46 veces a la semana.
Paralelamente, el consumo de gaseosas ha disminuido en un 1% en el mismo periodo, al igual que su frecuencia de compra. Sin embargo, el descenso más dramático lo experimentaron los jugos envasados, cuyo consumo ha bajado en un 14% en los últimos dos años, al igual que su frecuencia de compra.
“En el caso de los jugos envasados su caída ha sido más pronunciada debido a las diferentes normativas que han ido afectando su consumo como la que no permite su comercialización en los quioscos escolares, a lo que se suma el ISC a las bebidas azucaradas, y ahora el de la aparición de octógonos”, dijo Hugo Ante, consultor de Arellano.
Mexicanos reemplazan las gaseosas por aguas saborizadas
En México, la creciente preocupación de los consumidores por las gaseosas altas en azúcar y la entrada de nuevos productos en el segmento, han afectado el desempeño de las compañías productoras, registrando un crecimiento de un 11% en valor y de un 1% en volumen en el 2018, según un reciente estudio de Euromonitor International Carbonates in Mexico.
En el país, cuatro empresas tienen casi 96% de la cuota del mercado de bebidas azucaradas y para la industria de botanas saladas y dulces, la cuota del mercado es de 89.4%. México tiene uno de los mercados más concentrados en la región.
Sin embargo, aunque en el periodo de la investigación de Euromonitor los mexicanos transitaron hacia sustitutos de las gaseosas, como aguas saborizadas, aguas purificadas, bebidas con té y jugos, las tendencias en ventas indican que aun prefieren consumir las tradicionales bebidas carbonatadas.
De acuerdo a cifras del Gobierno, un 7% de las muertes anuales de adultos son atribuibles al consumo de bebidas azucaradas, a pesar de esto, México se encuentra entre los países con una mayor ingesta per cápita, con aproximadamente 163 litros al año por persona. Si se considera que no todos los mexicanos las consumen, se pensaría que quienes toman bebidas azucaradas, ingieren mucho más que el promedio.
Debido a estos problemas de salud asociados, hace ocho años que entró en vigor el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) de un peso por litro a bebidas no alcohólicas con azúcar añadida. Esta medida fue celebrada y replicada por otros países, debido a que es una de las políticas más costo-efectivas que contribuye a reducir la demanda de bebestibles azucarados.
Según un sondeo del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), en su segundo año de implementación las compras de estos productos disminuyeron en un 7,6%, y por otro lado, aumentó el consumo de agua natural y bebidas libres de impuesto.
A este impuesto se le suma la puesta en vigencia en octubre del 2020 de la Norma Oficial Mexicana NOM-051 que modifica y hace más estricto el etiquetado de los alimentos procesados y las bebidas no alcohólicas pre-envasadas.
Tras su entrada en vigor, investigadores del INSP concluyeron que, a cinco años de la implementación del etiquetado frontal, la prevalencia de obesidad podría reducirse en un 14,7%, lo que se traduce en 1,30 millones de casos. Los efectos mayores se esperan entre hombres, adultos jóvenes y nivel socioeconómico medio y alto.
